viernes, 4 de julio de 2008

Su cuerpo una vez significó fortaleza, sosten, rudeza. Sus musculos fueron la labor de los años, la fuerza de su alma.
Hoy sus huesos son las huellas del tiempo. Y cada espacio recorrido se penetra en su carne, dispuesta a morir a cada instante.
Con el tiempo demostró ser una gran compañía y un lazo inexplicable. El don de la fidelidad y el amor hoy recuerda cada retrato.
Hoy respira -vive- y vivirá en todos nosotros en cuerpo y alma. No está entre los vivos ni entre los otros, su fuerza es indescriptible. Y a simple vista no se sabe su edad.
Lo más increible es que no se trata del hombre perfecto ni de... un hombre.
Sencillamente es...

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